EN EL CENTRO

En el centro de la ciudad se encuentran muchos y variados restaurantes. Los turistas, sobre todo los que vienen del frio, adoran sentarse al sol para comer ó simplemente tomar café.
Ahora que lo pienso, cuando soy yo la turista hago lo mismo.

Esta tarde "Pequeño" me ha convencido de lo necesaria que era para él mi compañia en La Alameda. Su argumentación, como siempre, no tiene desperdicio. Una vez acabadas mis tareas nos hemos ido al parque. Lleno de niños, mamas, papas, abuelos y demas adultos acompañantes me sentia extraña. Alli sentada sin hacer nada y sin soltar la gripe. Pequeño y su primo emulando a los astros del balonpie no dejaban de tirarse al suelo a la minima oportunidad que les daba el parar un gol. Mira mama una chilena; de espalda; de rebote. Mira mama mira. Y yo mirando sin ver lo que ellos querian. Al borde del ataque de nervios y volviendo a toser como una loca descubro al fondo un puesto de churros con chocolate. Un poco más adelante otro de buñuelos. Yo churros, dice mi enano. Yo buñuelos, contesta el primo. Asi que nos ponemos en la cola de los buñuelos y despues en la de los churros. Diez minutos de tranquilidad despues y con las pilas puestas con la glucosa, los leones han vuelto a atacar la pelota. Pa´mi suerte, un chico argentino monta una actuación callejera que les llama la atención. Sigo desde un banco los preparativos del artista que carga con dos enormes maletas. Pone musica, pone alfombra, pone mesa auxiliar, saca bicicleta, saca bolas de fuego, sombreros. !Madre mia! Solo por cargar con ello ya habia que tirarle monedas. Es muy bueno, sobre todo su mimica. La gente rie encantada, los niños aplauden como locos. Al terminar la actuación de media hora pide se le compense ya que nadie le paga por hacernos reir. Los niños, muy inteligentes, enseguida reclaman euros para el artista, bastantes personas pagamos encantadas, otras salen corriendo sin soltar ni un centimo. Miserables hay en todas partes.