EL DIA SIGUIENTE

Al día siguiente empezamos desde temprano con los preparativos del almuerzo.
Fui una de las que se marchó al pueblo por pan y otras cosillas.

En el pueblo, encontré una novela para verano (larga, densa e intranscendente) a un precio irrisorio que me apresure a comprar. Mientras, mi marido compraba paté de jabalí, lomo en manteca, dulces y toda una serie de cosas buenisimas, en las que yo ni había pensado. Llega el almuerzo y una docena de desconocidos. Vencida la timidez inicial por ambas partes con la ayuda del vino joven y las cervecitas todo es muy agradablel. Lago prepara una exquisita ensalada de limones, uno de sus amigos caldereta de cordero (la mejor de las que he probado en mi vida) y otros preparan carnes a la barbacoa. Ahora que lo pienso, yo colaboré poco. Entre "quebrantos y risas" va pasando la tarde, un orujo blanco aparece en mis manos y me lo bebo. Fuego en las entrañas y risas en la garganta: Que bueno!!!! Conforme corre el orujo lo hace la sensación de amistad, curioso efecto el del alcohol. Lecturas de manos, secretos a voces, voces secretas y un sinfín de buenos recuerdos.
El eclipse nos calla a todos. La luna se asoma magnifica vestida de negro orrillada en rojo. En la tranquilidad del campo su imagen se hace potente, fuerte, en un cielo estrellado, limpio. Todos, con candor e ingenuidad juvenil pedimos deseos imposibles ó posibles, vete tu a saber, a la luna tapada. A su aureola carmesi tan extraña, tan rara.