viernes, agosto 26, 2005




Con tantos días por delante, había planificado, dentro de lo posible, como iba a usar el tiempo. Decidí que este año no dormiría siesta para de esta forma encontrar un oasis en el desierto. Es decir que a las cuatro de la tarde, a 38ºC poca gente se atreve con la piscina. Y así fue. Mientras todos dormían o levitaban frente al televisor, yo amparada por un sombrero tipo“El turista accidental” (blanco con cinta negra), gafas oscuras, 60 de protección solar en el cuerpo, mi libro y el Mp3 cargado de opera caí en la cuenta de que era feliz.
Redescubrí que la ansiada felicidad está en las pequeñas cosas y qué en ese preciso momento lo era.
Hasta canté en voz alta parte del acto III de Turandot de Puccini y eso que mi voz se perdió hace 15 años:

Nessun dorma! Nessun dorma!Tu pure, o principessa,nella tua fredda stanzaguardi le stelle che tremanod'amore e di speranza!Ma il mio mistero è chiuso in me,il mio nome nessun saprà!No, no, sulla tua bocca lo dirò,quando la luce splenderà!Ed il mio bacio sciogleràil silenzio che ti fa mia!
(¡Que nadie duerma! ¡Que nadie duerma!¡Tú también, princesa,en tu fría estancia miras las estrellas que tiemblan de amor y de esperanza!¡Mas mi misterio se encierra en mí,mi nombre nadie sabrá!¡No, no, sobre tu boca lo diré,cuando resplandezca la luz!¡Mi beso deshará el silencio que te hace mía!)

Menos mal que estaba sola, sabe Dios los grajos que saldrían de mi garganta.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen gusto Musical hummmmm

JUST ME dijo...

Me haces reir...... Estoy segura que to vos no puede ser mas peor que la mia.........


angelica

Lula Towanda dijo...

Por la hora bien podríamos encontrarnos en la piscina pero si te pones acantar ópera podrías terminar como Desdemora :-).
(No soporto la opera, desata mis instintos más agresivos)