El invierno sigue su curso regalándonos días de lluvia, de nubes, vientos y tormentas variadas entre otros muchos días de sol maravilloso. En uno de esos días y durante unos minutos falté a mi promesa de no volver a exponerme a los rayos solares. Apenas seis o siete minutos de embriaguez solar me bastaron para sentir culpabilidad y protegerme a la sombra. El próximo verano voy a intentarlo con protección tropecientos tres mil; lo mismo mi piel se porta. Y a la culpabilidad la encerraré en algún rincón de mi alma como la canción.
Por arte del alzheimer, mi marido se convierte en mi amante a ojos de mi madre y mis hijos tienen un padre en su cabeza que no conseguimos averiguar. Aunque es todo un personaje por los atributos con los que lo enriquece. Vernos juntos y escandalizarse es todo uno y lo que a simple vista es algo muy simpático y divertido se va convirtiendo en una especie de suplicio que nos mantiene a todos alejados en su presencia.
Mañana estaremos juntas y me preguntara mil veces por Mayor y su vuelta. O como que no fue a mi boda o por que estoy tan delgada o por que no he dormido en mi cama. Me rompo la cabeza pensando en cosas que hacer juntas que al menos la llenen de gozo y no de rabia. Y apenas quedan cosas que pueda realizar con gusto. Que mierda de enfermedad y perdonadme la expresión, pero que dolor tan grande el ver perder su identidad a la persona que amas. Hay dolores muy malos,tremendos. Este en el que sientes que la persona se convierte en arena te marca para siempre.
A veces me gustaría recuperar mi humor de siempre y no ráfagas. A veces me gustaría que todo fuese un mal sueño y volviésemos a empezar.