

La vida desde Marbella



Merecen la pena los días como ayer, para apreciar los que son como hoy, al menos climatologicamente hablando.




Me gusta escribir porque puedo tomarme mi tiempo en desarrollar la exposición de lo que quiero decir.
Soñaba con retirarse, con dejar el trabajo de mierda que llevaba realizando toda la vida y vivir en el sur. Cada día se imaginaba al sol, rodeada de flores y libros, muy cerca del mar. Le costó mucho trabajo convencer a su marido de que cerraran la casa y probar a vivir unos meses de alquiler. Les conocí en
aquellos momentos, recién llegados y en plena vorágine de la operación Malaya.



De niña existian palabras que no se podian decir en voz alta.
Ni siquiera se podia preguntar acerca de sus significados .
Por entonces, leyendo aqui y alla. Hablando con unos y con otros, pude sacar mis propias conclusiones y convicciones. Con el paso de los años, y aun siendo casi adolescente metida a mujer, las cosas cambiaron radicalmente.Pasamos de no poder preguntar a pregunta por favor, todo lo que quieras.
Siempre he considerado un privilegio vivir en democracia. Tener acceso a intervenir en el devenir de las cosas. Protestar, disentir, incluso en ocasiones sentir deseos de expresarme en voz alta y hacerlo. Ocurre que en los ultimos años el aire se ha envenenado. A tal punto que se ven fantasmas en todas partes, resucitamos a los muertos y lo peor, no les dejamos descansar ni en paz ni en guerra. Nos echamos en cara los unos a los otros hechos en los cuales acaso intervino nuestro ADN, que no nosotros.
No sé como se limpia el aire, pero me gustaria tanto volver a oler aquel de mi juventud. De nuevo los arboles no nos dejan ver el bosque y como mejor medida para verlo, parece que hayamos decidido cercernarlos. Ojala no lleguemos a ello.

El eco de la carretera, la pelota de un niño botando sobre las aceras, el taconeo de una adolescente en el asfalto, el arrastrar de las sillas del bar de enfrente, la persiana de la vecina, que sube ó baja, tiene el mismo ruido.
Tal día como hoy, de hace diecinueve años, me estaba casando con mi marido.
Fue un tal "Rymer" alla por el S. XVII ( o eso dicen) el que acuño el termino de Justicia Poética.

empezamos desde temprano con los preparativos del almuerzo.
De madrugada nos ponemos en camino sin apenas trafico. En Granada, nos sorprende la niebla. Procuro no pisar el acelerador en exceso en todo el viaje, no se me van de la cabeza "los puntos" y las señales de aviso.
