jueves, junio 23, 2005

Soy de esas personas que odian las grandes superficies. Adoro las tiendas pequeñas y el trato personal. Por otro lado tampoco me gusta ir de compras y mucho menos cocinar. Todo un "bicho raro".Un día, decidí hacer la compra por teléfono al Corte Ingles, me pareció una estupenda idea que me ahorraría tiempo para otras cosas. Una amable señorita recogió mi pedido y me aseguro que me lo enviarían enseguida. ! Quesatisfecha me quede de mi misma!Llego el pedido y comprobé que no faltaba nada, tras la propina se marcho el chico y yo satisfecha mientras colocaba las compras pensaba que había descubierto la pólvora. Al llegar a la bolsa del pescado, por cierto que bien lo envuelven dicho sea de paso, observo que dentro de la bolsa hay dos más. Sorprendida abro las bolsas ya que sólo había pedido lenguados de ración.
Vaya, me digo hay un error. Efectivamente lenguados en una y en la otra, algo que no sabia que era. Mi ignorancia culinaria es de grado sumo y en cuestiones de pescado más; pensé que era "rosada".
Mi primera idea, no lo voy a negar, fue callarme y quedármelo, que hubiesen espabilado y total pececito más o menos no le iba a suponer nada al gigante comercial. Pero hete aquí que saco "los lenguados" y al ir a enharinarlos para freírlos me llama la atención lo delgadisimos que están, tan delgados que llamo a mi marido para que los vea. Me miró atónito, -¿qué es esto? ¿Qué has pedido mujer?. Lenguado repetía yo como una posesa mientras miraba y remiraba el esqueleto del lenguado que descansaba enharinado sobre el plato. Pasmados buscamos la factura y efectivamente pone kilo y medio de lenguados. Mi marido pesa la bolsa a bulto y dice: ¡Que poca vergüenza ¡ esto no pesa ni 300 grms. Al ver el precio pagado por los delgadisimos lenguados decidimos devolverlos esa misma tarde ante el supuesto fraude. Sinceramente en el fondo de mi cerebro yo oía campanillas intentado hacerme recordar algo, pero era tanta mi indignación que no me prestaba atención. Así que nos comimos un sándwich, mientras, sobre todo yo, despotricamos contra el Corte Ingles y mis buenas ideas. No eran ni las cuatro de la tarde cuando entraba yo como una fiera en los grandes almacenes.
Otra amable señorita me escucha impertérrita y llama a un joven señor que me mira de arriba abajo. Tanta rabia me da su mirada que le sueltola bolsa de pescado en la mesa sin parar de refunfuñar por lo "bajini". Al llegarle el tufillo del pescado a la nariz se apresta a escucharme. Yo, calmada por su atención, recupero la compostura y el señorío. De nuevo repito la historia del pedido haciendo hincapié en que parece un fraude, él asiente comprensivo con la cabeza pero de sus labios no sale una sola palabra. Descuelga el teléfono y llama a pescadería y, esta es la conversación que yo oigo:- Hola soy Gamez de reclamaciones. Si......, una Señora con lenguados,,,,,Sí de ración, ración ..... ya...las raspas por un lado y la carne por otro, claro, claro.No sé...., ¿ lo entenderá? ......
En ese momento recordé la voz de mi madre entre campanillas: Nena, pídelos siempre de ración, las raspas para sopa y los lomos para freír. ¡Dios!, con razón oía campanillas, YO LO HABIA PEDIDO ASI, Tanta vergüenza sentí que cogí la bolsa al vuelo y salí corriendo de allí sin mirar atrás. Nunca más he comprado lenguado, ni en él Corte Ingles

1 comentario:

Roberto Iza Valdés dijo...
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